Tiene que ser terrible tener que decidir cuando, como y donde debes despedirte de tu mejor amigo, pero no debes
sentirte culpable por no haber sabido reconocer la gravedad de su enfermedad, pues a la que tu has visto
algo raro, lo has llevado de nuevo al veterinario.
Yo tuve a Beltz, enfermo de un cáncer de próstata, y mientras aguantó bién, le mimé como nunca, me refiero
en cuanto a caprichos, le dábamos todo lo que más le gustaba, frutas, zanahorias, huesos de piel, golosinas
de perro, y cosas de nuestra comida (prohibida tajantemente por nosotros), él se sentía importante, pues
teníamos otros dos, estuvimos así casi nueve meses, hasta que un día después del paseo, empezó a sentirse
mal (vómitos raros), le llevamos enseguida a la clínica, y pareció mejorar, pero no salió ya de allí, el
veterinario dijo que ya había llegado el momento..., eso sí, siempre que ha ocurrido esto, hemos estado a
su lado, diciéndole cosas bonitas, ternuras, y en mi caso cantandoles ( que número), hasta que se han
quedado dormiditos...
Por tanto, yo te aconsejo que le mimes al máximo, le lleves donde más le guste, y que en cuanto veas la más
mínima cosa rara, sigas los consejos de tu veterinario, y le des una muerte digna, sin separarte ni un momento
de su lado... en fín, que te deseo todo lo mejor en este trance.
Un fuerte abrazo, y muchos lametones de mis tres bichos para Dick, y para tí.