Hace ya 12 años que te traje a casa. Cabías en mi mano. Blanco y negro y con los ojos muy vivos.
Te pasas el tiempo detras de mi. Si entro en alguna habitación de la casa, esperas pacientemente detrás de la puerta a que yo salga.
Ya estas mas tranquilo, te pasas muchas horas tirado por los rincones de la casa, buscando el fresquito. Ya no saltas cuando te tiro la pelota, aunque sigues pendiente de mi como el primer día.
Me gusta cogerte en brazos, aunque ahora hace calor y se que no te gusta mucho.
Me gusta acariciarte y hablarte bajito porque se que te queda poco tiempo junto a mi. Es duro pero es la realidad. Tu tendrás que marcharte antes que yo, te veré partir y me entristece.
Es demasiado corta la vida de un perro, demasiado para el cariño que genera en los humanos, pero es así y hay que aceptarlo.
Cuando preparo el café de la mañana, esperas pacientemente tu premio (una salchicha), no se si tu disfrutas mas que yo al comertela, o yo al verte hacerlo. Son pequeñas satisfaciones cotidianas, pequeñas chalauras pensaran algunos, pero no me importa. Quisiera tenerte aquí siempre, a mi lado.
Gracias por existir.